Los avances tecnológicos ponen en relieve el conflicto hombre-máquina
La ‘Odisea Espacial’ de Stanley Kubrik y Arthur Clarke narró en 1968 el conflicto entre el hombre y la máquina. Lo hizo con una visión futurista de lo amenazante que podría resultar la tecnología. Fuera de la ficción, para este siglo algunos estudios anuncian que el acelerado desarrollo tecnológico podría afectar los empleos. Gatner, consultora de análisis de tecnologías, lanzó algunas alertas en sus predicciones de este año. Para el 2020 advirtió que “la reducción de trabajo debido a la digitalización ocasionará intranquilidad”. Su análisis se enfoca en la competencia que representarían las máquinas inteligentes para los humanos. Para el 2017, indica, al menos el 10% de las computadoras no solo procesarán, sino que aprenderán. Ya en la primera revolución industrial, las máquinas a vapor desplazaron profesiones. Hoy, además de realizar tareas físicas, gestionan grandes cantidades de datos. Para Manuel Murrieta, contralor académico de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo, este panorama no es del todo desalentador. Puede ser una oportunidad para preparar profesionales no solo enfocados en una carrera exclusiva, sino con aprendizaje permanente. El alfabetismo digital es la clave y uno de sus fundamentos es el lenguaje digital. Murrieta lo sintetiza así: obtener gran cantidad de información (Big Data), colocarla en matrices (Excel), seleccionarla e interpretarla. Gartner también advierte la necesidad de estos profesionales. “Las empresas necesitarán trabajadores con habilidades en gestión de datos, análisis y experiencia empresarial y conocimientos tradicionales”. Boris Vintimilla, subdecano de la Facultad de Ingeniería en Electricidad y Computación, de la Politécnica del Litoral, recurre a otra predicción, publicada en 2013 por la Universidad de Oxford. El estudio concluye que 702 ocupaciones, el 47% de los empleos de EE.UU. están en riesgo de desaparecer en dos décadas. “Son trabajos básicos, que no requieren capacitación académica y pueden ser sustituidos por algoritmos”. En las industrias locales estas señales no pasan desapercibidas (este sector representa 698 763 puestos de trabajo). Y buscan un equilibrio entre la adquisición de moderna maquinaria y la mano de obra. El chirrido de las máquinas y las ágiles manos de 50 empleados dan vida a la planta Scalpi, aliada colombiana de la empresa de cosméticos Bellcorp e inaugurada en esta semana en el país. José Jaramillo, director de proyectos e ingeniería, no teme a la automatización. “En cosméticos, se fabrican productos por horas. Y solo el humano puede detectar que salió un producto distinto. En una máquina habría que hacer una reprogramación que implica cuatro horas perdidas”. En Pica, un escuadrón de hombres y mujeres interactúa con grandes robots y hornos para hacer juguetes. Aquí aún pesa el trabajo manual. Para Dennis Romero, docente de la Espol de la cátedra Interacción hombre-máquina, la tecnología solo está modificando los roles laborales. Y un ejemplo es el uso de las gafas inteligentes de Google. Según las proyecciones de Gatner, las ‘smartglasses’ aumentarán la eficiencia de técnicos, ingenieros y personal de salud. Si bien hoy menos del 1% en EE.UU. las usa con este fin, subirá un 10% en cinco años, en la medida que bajen sus costos. Douglas Plaza, también docente de la Espol, cree que estas señales son la oportunidad para impulsar una sociedad del conocimiento basada en la creación de tecnología propia como softwares.
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